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Hubo, además, más casos de muerte por arma de fuego en la
villa. Los Mármol Galindo estuvieron relacionados con dos casos más. En uno de
ellos aparece Juan del Mármol Galindo como víctima de un carabinazo, obra de un
recaudador de “millones”. Un año antes Gregorio del Mármol Galindo, clérigo de
Epístola estuvo implicado en la muerte de un vecino:
“De dos alcabuzazos,
en esta villa en la calle que llaman del Potro, como a ora de las una del día
poco, más o menos.”
Las espadas y estoques eran también armas mortíferas, La
falta de alumbrado público, carencia propia de la época, hacia que la noche
fuese un momento apropiado para llevar a cabo venganzas y encerronas. En enero
de 1680, hacia las tres de la madrugada, murió a estocadas Pedro García,
también en la calle del Potro.
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En los inventarios del siglo XVII y primer tercio del XVIII,
aproximadamente, aparecen frecuentemente las espadas, poco aptas para
defenderse en despoblado, así como las dagas, En el ámbito de la sierra las
armas de fuego eran más apropiadas para repeler un posible asalto.
Particularmente las armas cortas. El prior de la iglesia parroquial de Baños,
Dr. Don Melchor Blanca de la Cueva poseía:
“Una pistola de cuatro cuartas de largo de cañón, con sus
volsos para la munición y una taleguilla para la pólvora… para postas. Así como
otros utensilios para ésta.
Un pistolete pequeño.
Un cuchillo de monte grande y otro pequeño, ambos en la
misma vaina.
La espada de mis abuelos que es de estima por ser de Vilbau,
de las viejas y de marca, ésta ba de mayor a mayor (de primogénito en
primogénito).”
No hay duda de que el mencionado clérigo estaba bien
pertrechado ante cualquier eventualidad.
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Autor fotografías: Antonio Antolín y José María Cantarero
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